Parece que siempre andamos igual. Que siempre es lo mismo. La eterna dicotomía entre si se está mejor sólo o mejor acompañado. La eterna duda entre si es tan divertido el salir y entrar y ligar y fo**** o si todo hay que cambiarlo por la compañía. Por "ese" que tiene que llegar. Por coger una silla y sentar la cabeza.
¿Se puede volver atrás? ¿Se puede llegar a un punto de cinismo tal que ya no te creas a nadie ni a nada? ¿Es posible, de verdad, volver a caer uno en un enamoramiento ciego, de los de mariposas en el estómago?
Estoy instalado en la incredulidad, pero tambien en la indefinición. Estaría encantado de que apareciera el príncipe azul, pero ya no le espero. No existe. Yo tampoco lo soy. Si tuviera que venderme seguramente me haría una rebaja. No soy ninguna ganga. Ya me he quedado así. Mis tendencias, mis aficiones, mi diversión, ya no incluyen una media naranja. Las renuncias que hubiera podido cometer con anterioridad para aportar estabilidad y felicidad a la otra mitad ya no me interesan. No quiero cambiar.
Dice mi gurú emocional que dos y dos son cuatro.
A mí dos y dos siempre me dan cinco.
4 comentarios:
Joder qué envidia colega, el haberte resignado, la de problemas que te ahorras...
Joder anónimo, no me has entendido nada
(voy a releerme a ver si eres tu o soy yo) (yo voto por tí)
A mi me daban dos!
Ah no, que eso es otra cosa...
Pero Sky!!! por dios!! yo te veo estupendo y de rebajas nada, yo no creo en el príncipe azul porque tengos sentimientos republicanos.
Un besote guapetón.
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