ENCRUCIJADA

Madre mía, que ya estamos en Semana Santa, así sin darnos cuenta y con el turrón todavía en la muela. Acojonante. Me siento como los viejos a los que los meses y años se les pasa en un suspiro y cada vez que se duermen se preguntan si la próxima vez que abrirán los ojos será para darles las explicaciones a San Pedro, el de las llaves.

Así que habrá que hacer planes rapidito, que ya no da tiempo a organizar nada, y yo que estoy de lo más disipado mentalmente, estoy dudando comprensiblemente si pasarme unas vacaciones de retiro espiritual campestre con escapadas imprescindibles a la playa los días de más calor, o seguir actuando como si fuera el fin del mundo y visitar todas las fiestas, festines, raves, afteres y disco-partys que se producen en la región, que la SS es la época de más actividad marchalúdica de los levantes españoles. Qué disyuntiva más fundamental en la vida de un hombre.

Así que por lo pronto, voy a ponerme con mis mútiples tareas para dejar todo arreglado para el jueves, fecha del pistoletazo de salida vacacional, que no se me acumulen las complicaciones y podamos irnos con la tranquilidad de haber escondido todos los papeles urgentes debajo de los montones de los papeles importantes.

Uys, que ya voy tarde.